‘Bailando por la vida’ – Todo va a ir bien

El éxito en Sundance de su segunda película ha situado a Cooper Raiff como una de las grandes promesas del llamado cine indie estadounidense. Normal, ‘Bailando por la vida’ se adapta a la perfección a la idiosincrasia de ese tipo de cine en teoría independiente, pero que en la práctica nos llega a través de distribuidores como en este caso Apple. Lo que a mí, y supongo que a los que tienden a relacionar y confundir lo independiente con lo alternativo, nos gusta considerar como indie comercial. Fox Searchlight.

Visto desde fuera, desde el desconocimiento, cualquiera podría pensar que uno acude a Sundance en busca de un contrato más que de un aplauso, por más que lo primero suela surgir a consecuencia de lo segundo. Y de aquí al Oscar o a dirigir blockbusters de Hollywood, con un poco de suerte. En el caso de Raiff, quien sin duda está en donde quería estar, puede que no sea ni lo uno ni lo otro, siendo uno de esos cineastas que parecen querer hacer cine para entenderse mejor a sí mismo y al mundo que les rodea.

Raiff no tiene más que 25 años. Y en ‘Bailando por la vida’ no parece que nos esté contando una historia, sino poniéndonos al día de cómo le está yendo su joven vida. Como si además de espectadores fuéramos amigos, con la desinteresada cercanía y ligereza de quien no tiene nada que demostrar, más, tiene muchas ganas de hablar. Con la confianza y la alegría de quien habla de lo que conoce con aquel que conoce. Como si en realidad la película no fuera una ficción, sino la remasterización de una experiencia.

Una visión que encaja de manera orgánica con la amable, educada y bienintencionada sensibilidad a lo ‘Todo va a ir bien’ de un Raiff que habla y baila con esa puta sonrisa tan contagiosa como envidiable de quien a los «veintipocos» ya es feliz consigo mismo. Con todo el tiempo por delante, hay poco que no se pueda arreglar en ‘Bailando por la vida’, una rom-com indie que a la vez que encaja en ese modelo de cine tan Fox Searchlight se eleva por encima del mismo, impulsada por una humanidad aparentemente auténtica.

Un caramelo para adultos que echan de menos no serlo y a la que la vida no le amarga la existencia, pues, la vida es lo que sabemos que es con un poco de madurez: Ese pasatiempo construido sobre sencillos y cotidianos momentos del día a día. Como la película. Aunque pueda encajar dentro de un modelo prestablecido, ‘Bailando por la vida’ brilla por cuanto se siente como ese algo que al igual que su protagonista, no busca encajar sino ser él mismo ante los demás. Y que a partir de ahí la vida sea lo que buenamente pueda ser. Por Juan Pairet Iglesias / Elseptimoarte.net

About The Author